Caos vial en la ciudad provocado por la falta de aplicación de la ley de tránsito.


Como toda ley, que debería aplicarse por las autoridades, y respetarse por los ciudadanos, es susceptible a  los actos de corrupción, negligencia y abusos, por parte de las autoridades.

José Estrada.
Palenque, Chiapas.

Los actos de corrupción que se generaron con la creación de la Dirección de Tránsito y Vialidad en éste municipio, durante la administración de Marcos Mayo Mendoza, ocasionan serios trastornos al tráfico vehicular y molestias entre los automovilistas que transitan por las complicadas calles de Palenque.

Tras legalizar un reglamento que amparó su creación, quien se desempeñaba como coordinador de la misma dependencia, Carlos López Sánchez fue ascendido a director. 

De acuerdo con las denuncias de los ciudadanos, los actos de corrupción se incrementaron de forma alarmante y absurda, porque incluso el funcionario giraba oficios para que las empresas, cuyas unidades circularán dentro de la ciudad para vender sus productos, realizaran pagos retroactivos a la fecha del inicio del gobierno en turno.

Amparándose en el reglamento del Bando de Policía y Buen Gobierno del Municipio de Palenque, que entró en vigor el 14 de Agosto del 2014, Carlos Sánchez López pretendió obligar a las empresas foráneas a pagar un mínimo de 5 salarios, alrededor de 318 pesos, por cada una de las veces que ingresaran a la ciudad.

De lo contrario eran constantemente acosados y amenazados de que, “en caso de no obtener el permiso correspondiente para poder laborar dentro de la ciudad, las infracciones continuarán”.

A pesar de que el director de tránsito fue cesado de su cargo a unos meses de culminar la administración, los actos de corrupción siguieron practicándose a tal grado, que son costumbres que están quedando arraigadas entre los transportistas y comerciantes, quienes no respetan los horarios establecidos en la zona centro, para las labores de carga y descarga.

Las secuelas que dejaron los actos de corrupción, debido a que los horarios eran modificados, de acuerdo a los intereses de quienes pagaran “sus cuotas”, han alcanzado a la presente administración y en las calles se pueden ver camiones realizando maniobras de descarga a cualquier hora del día, sin importarles las afectaciones que ocasionan. 

Situación que es común sobre las avenidas 12 de Octubre y Velasco Suárez, una de las zonas más conflictivas en relación al tráfico vehicular.

Este medio de comunicación intentó establecer contacto con le director de Tránsito Municipal, Domingo Lara Abreu, sin embargo luego de dos evasivas no logramos cuestionarlo sobre la situación en la que encontró la dependencia a su cargo.

Si su antecesor, Tiburcio Feliciano Hernández, practicaba algún tipo de cobros ilegales, o estaba confabulado con algunas cooperativas de transporte público y de carga o empresas, a fin de que pudieran infringir la ley, mientras ellos “se hacían de la vista gorda”.

Cabe señalar que se enfrentará a un trabajo titánico, en lo que respecta a mantener a raya a quienes están acostumbrado a mandar en las calles, -refiriéndonos igual al comercio ambulante y semi fijo-, ya que este comunicador fue amenazado por un chofer de una cooperativa de transporte ejidal, a quien le molestó el hecho de estar tomando fotografías a un embotellamiento vehicular, ubicado sobre la avenida Velasco Suárez.

“Porqué le tomas fotos a mi camioneta”, me cuestionó.

“A lo que respondí que solo hacía mi trabajo, que no sabía cuál era su unidad y sobre todo que yo estaba tomando las fotografías en la vía pública”.

Amenazo con acusarme con el presidente de su cooperativa si continuaba realizando mi trabajo.

“Bueno, sino te calmas vas a ver…” fue la frase que usó para tratar de intimidarme, mientras que otros dos choferes se acercaban. Uno de ellos se paró a su lado, en tanto que el segundo se ubicó a mis espaldas.

El asunto no pasó a mayores porque le aseguré que no entendía “el por qué me reclamaba por estar tomando fotos en la calle, puesto que es un lugar público”.

Con señas le dijo a sus compañeros que se alejaran, mientras yo terminaba de realizar mi trabajo y me retiraba del lugar ante el temor de ser agredido por los transportistas, quienes por pagar un “derecho de piso” para ascenso y descenso de pasajeros, se creen dueños de nuestras calles.