José Estrada.
Palenque,
Chiapas.
“En Chiapas se ha visto un alarmante crecimiento de
padecimientos relacionados con el consumo de productos tratados con productos
químicos. Cáncer de mamas y cérvico uterino, en mujeres; así como cáncer de
colón y próstata en hombres”. Aseguró José Antonio Garnica Hernández miembro
del comité organizador del evento denominado “Feria Comunitaria de Nuestra
Semilla Nativa”, el cual tiene como finalidad concientizar a los pueblos
indígenas y campesinos rurales la importancia de conservar nuestra soberanía
alimentaria.
“Hace un año se inició el proyecto de rescate de la semilla
nativa, porque ha habido una invasión en los últimos años de productos
transgénicos. Actividades que solo atienden a intereses económicos de empresas
transnacionales, en caso concreto “Monsanto”.
El acto ceremonial con el cual dieron inicio las actividades
de la segunda edición de la feria comunitaria indígena se llevó a cabo en el
atrio de la iglesia Santo Domingo de Guzmán, donde se realizaron pláticas sobre
los riesgos económicos y de salud que representan las semillas transgénicas
cuando se utilizan para el consumo humano.
Aunque en Chiapas el trabajo físico para la preparación de
las tierras de cultivo es todavía tradicional, se hace un uso indiscriminado de
productos químicos. La gente se está suicidando al utilizar productos que en
nada beneficia a los campesinos.
“Lo digo con conocimiento de causa, porque continuamente
campesinos de diversas localidades acuden al ayuntamiento municipal a solicitar
ayuda para la atención de pacientes enfermos de cáncer. Útilmente hemos
detectado leucemia en la población infantil que habita en las comunidades donde
consumen productos y agua directamente del suelo”. Enfatizó José Antonio
Garnica, quien también se desempeña como funcionario público dentro de la
presente administración.
“Es necesario que los gobiernos dejen de promover el uso de productos químicos en el
campo para el beneficio de algunos cuantos. Es preciso dotarlos de las
herramientas necesarias para que los campesinos puedan trabajar sus tierras y
produzcan alimentos sanos, baratos. Tenemos que
llegar a ser una sociedad autosustentable y autosuficiente, como hace
muchos años lo fue el país”.
José Antonio Garnica manifestó que se realizaron diversos
estudios en pozos que suministran agua a diversas comunidades y los resultados
fueron destrozos. El vital líquido está altamente contaminado con diversos
químicos. “Eso es lo que estamos bebiendo”, sentenció.
Se le ha hecho creer al campesino que el mono cultivo es lo
mejor, cuando es lo que enferma la tierra. Si le unimos el uso de químicos el
resultado es desastroso.
La semilla transgénica tiene una característica especial, se
auto destruye, solo sirve para consumo, pero no se reproduce. En cada ciclo el
campesino tienen que comprar las semillas a precios elevados. En caso de
países como India, donde los
cultivadores permitieron que sus campos fueran sembrados con semillas de
algodón transgénico, bajo el engaño de que su calidad de vida mejoraría, existe
una tasa anual de 50 mil personas que se suicidan por que no pueden pagar los
fuertes adeudos que contrajeron con las empresas transgénicas.
En éstos tiempos la mayoría del maíz que se consume en el
país viene importad de Estados Unidos. Es un producto contaminado que no cumple
con las normas mínimas de salud y características alimentarias.
La obligación de todos nosotros es curar la enfermedad de la
tierra y esa labor la va realizar el campesino.
Debemos enseñarles que existe toda una cadena de productores
que se dedican a la práctica del cultivo orgánico, certificado por su origen
natural. Buscar mercados de comercio justo donde la relación entre productor y consumidor
sea directa, el campesino recibe un precio justo y el consumidor un producto
limpio.